La imagen de tu ausencia.

Se escribió sobre el escritorio...


Sobrecogida.
Pies y manos atados.
Las ideas se amordazan
en el silencio grueso
de tu despedida.


No ha quedado nada sobre la mesa.
Las migajas que habían
desaparecieron.
La astilla de tu recuerdo
se ha ido.
Todo ha huido
con el último aliento.

La imagen en el espejo
ya no es más que sombra
como reflejo.
Los retratos que colgaban 
con un extraño vaho
han quedado obsoletos.

Todo en la casa
está condenado a tu ausencia.
Las puertas ya no chirrean
porque te has llevado el sonido.
Las grietas de los cuartos
contigo han partido.

Sólo ha quedado una cosa intacta
desde tu destierro.
La soledad perenne.
La pequeña gota en la alcoba.
La sábana mortuoria.
La estancia doblegada
a tu espera. 

Las paredes han enmudecido
sólo se escucha un ligero compás,
la hoja abriendo su mano
ante la aurora.
La fragancia del geranio
también se fué contigo.

Todo, todo se ha ido.
Menos tu, o ese que eras.
La imagen se quedó rondando
más allá de la cabeza.
Una partícula invisible
nos separa y es ausencia.
La mortaja que la recubre
es mi fortaleza.

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