INFLEXIÓN.

Se escribió sobre el escritorio...


Dispuesta a soñar 
"...toda experiencia es un arco
a través del cual se  vislumbra
un mundo ignoto, cuyo horizonte
huye una y otra vez
cuando avanzo".
ULISES, Alfred Tennyson
(Esculturas en madrea de Willy Verginer)

un octavo más
de yugo y clemencia.
La fibra delgada
que atraviesa los espacios invisibles
casi que a punto de reventarse
se encuentra suspendida
esperando la caída.

Ya no puedo mirar hacia atrás.
Hay un amargo estertor bajo las hojas.
Una pequeña osadía me abandona.
Me hace presa un descobijado deseo.
Todo parece girar y dar vueltas
en mi cabeza.
Nada se consigue tras la derrota.
Pero 
parece que todo está dispuesto
tras la tristeza que oprobia.

El llanto,
¿acaso no has visto mudar la piel 
a los muertos?
Yo los he visto,
caminando a algunos.
A otros tan solo muertos.
Confinados con la sonrisa mueca,
con la boca cocida,
con la piel pegada a los huesos
y un implacable sol
arriba de sus calvas cabeceras.

Finalmente
todos nos derrumbamos,
perdemos el brillo de la mirada.
Nos extinguimos como entrecortada
respiración,
como riachuelo que se seca.
Lo que tanto arde
deja de arder 
en su momento.
Expiramos enmudeciendo.
Llegando sordos
al silencio.


Y
no hay cosa más hermosa que la despedida.
Todos estamos llenos de despedidas,
de adioses, hastaluegos.
Tal vez nunca vuelvan,
tal vez tan solo
ya se han ido.
Y retoma el tiempo entonces
su camino.
La memoria se duerme,
se ha dormido.
Se consuma entonces lo último que queda.
Las huellas 
se han perdido,
y aún corriendo como cervatillo
no adivino la sombra
de aquel
que es mi asesino.

(...) Ciertas porciones de mi vida se asemejan ya a las salas desmanteladas de un palacio demasiado vasto, que un propietario venido a menos no alcanza a ocupar por entero. He renunciado a la caza; si sólo estuviera yo para turbar su rumia y sus juegos, los cervatillos de los montes Etruria vivirían tranquilos (...) [Memorias de Adriano. Margarite Yourcenar]


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